Elogio de las pequeñas charlas con extraños

La importancia de la música

La música es fundamental para la mayoría de nosotros, pero es revelador que seamos muy exigentes no sólo con la música que escuchamos, sino también con el momento en que lo hacemos. En un momento dado, nos apetece mucho escuchar una cantata de Bach, en otro, las Supremes; una noche, una canción de Robbie Williams nos llama, en otra, estamos impacientes por escuchar un aria de Mozart. ¿Por qué estas diferentes modulaciones de sonidos (a veces combinadas con unas pocas palabras) nos parecen tan importantes en momentos concretos, y no tanto en otros?

La importancia de la música
Imagen: ROMAN ODINTSOV/Pexels

Para entenderlo, tenemos que tomar nota de un hecho peculiar, pero crucial, sobre nosotros mismos. Somos seres muy emocionales, pero, sorprendentemente, no todas nuestras emociones se abren paso de forma plena y adecuada al frente de nuestra atención consciente cuando lo necesitan. Están ahí, pero sólo de forma latente, silenciada y sin desarrollar. Hay demasiado ruido tanto externo como interno: estamos bajo presión en el trabajo; hay mucho que hacer en casa; las noticias están en marcha, nos ponemos al día con los amigos.

Sin embargo, en el fondo, podemos estar almacenando los ingredientes de una serie de emociones profundas y potencialmente muy importantes: la materia prima para la pena, el dolor, un sentimiento de tierna generosidad hacia la humanidad en general, un sentido silencioso de la belleza de la modestia o la compasión por nosotros mismos, por todos los errores que no queríamos cometer, todas las formas en que hemos desperdiciado nuestro mejor potencial y no hemos devuelto adecuadamente el amor cuando se nos ofreció... Estos sentimientos y muchos otros son los contenedores emocionales de la sabiduría profunda. Pero puede que no tengan la influencia que idealmente podrían tener en nuestras vidas porque no reciben una atención sostenida y una oportunidad para desarrollarse. Existen como señales confusas y débiles en nosotros, apenas perceptibles, fáciles de ignorar, ráfagas de sensaciones, materia prima que no ha sido catalizada. Y así, la belleza, la bondad, el consuelo y la fuerza que podrían aportarnos nunca surgen del todo; llevamos dentro un legado de sentimientos no sentidos.

Por eso la música es importante: ofrece amplificación y estímulo. Determinadas piezas musicales dan fuerza y apoyo a disposiciones emocionales valiosas pero tímidas. Una canción eufórica amplifica el sentimiento débil, pero extático, de que podríamos amar a todo el mundo y encontrar el verdadero placer de estar vivos; las cosas que parecían inalcanzables parecen más cercanas; hay tantas cosas que podrían lograrse. En el día a día, estos sentimientos existen, pero quedan sepultados por la presión de ser limitados, precavidos y reservados. Ahora la canción los empuja hacia adelante y les da confianza; les proporciona el espacio en el que pueden crecer; y dado este estímulo, podemos -como deberíamos- tomarlos más en serio y darles un lugar más grande en nuestras vidas.

Una pieza sombría y tierna puede hacer aflorar nuestra tristeza sumergida. Bajo su alentadora tutela, podemos sentirnos más fácilmente apenados por las formas en que hemos herido a los demás; podemos prestar más atención a nuestro propio dolor interior (y, por tanto, apreciar más los pequeños actos de gentileza de los demás); nos hacemos más conscientes del sufrimiento universal, de que todo el mundo pierde las cosas que ama; de que todo el mundo se carga de remordimientos. Con la ayuda de determinados acordes, un lado compasivo de nosotros mismos, al que normalmente es difícil acceder, se vuelve más prominente.

Otro tipo de música puede retomar nuestros impulsos de acción y autotransformación: nos despierta; acelera nuestro ritmo. Queremos avanzar a su ritmo y aprovechar al máximo nuestras energías mientras aún estamos a tiempo. O bien, otras canciones pueden reforzar nuestra frágil sensación de que ciertas cosas no tienen demasiada importancia: la reunión no ha ido muy bien, pero ¿y qué? Al final no es tan importante; la cocina estaba un poco desordenada, pero en el esquema cósmico, no es gran cosa. Nuestras reservas de perspectiva se activan; nos fortalecemos en nuestra capacidad para hacer frente a las pequeñas irritaciones que, de otro modo, nos minarían.

Al igual que un amplificador con su señal, la música no inventa la emoción; toma lo que hay y lo hace más fuerte. Uno podría preocuparse de que potenciar una emoción pueda ser, en algunos momentos, arriesgado. Al fin y al cabo, no todo lo que sentimos es necesariamente digno de ser alentado. Es posible utilizar la música para magnificar los sentimientos de odio o para inflar los impulsos violentos, y los ministerios de cultura de las dictaduras fascistas han sido fatalmente hábiles para hacer esto. Pero casi siempre nos enfrentamos a una cuestión muy diferente en torno a la música: no estamos armándonos de valor para arrasar la civilización. Queremos reforzar nuestra capacidad de calma, de perdón, de amor y de aprecio.

En nuestra relación con la música buscamos la banda sonora adecuada para nuestras vidas. La banda sonora de una película ayuda a dar la debida resonancia emocional a una escena concreta. Nos ayuda a registrar el patetismo real de una situación que podría perderse si nos basáramos únicamente en las palabras y las imágenes; nos ayuda a reconocer plenamente la identidad de un momento.

Lo mismo ocurre en nuestras vidas: nos enfrentamos constantemente a situaciones en las que ocurre algo importante; en el fondo de nuestra mente la reacción emocional útil está ahí, pero está atenuada y ahogada por el ruido ambiental de la existencia. La música es lo contrario del ruido: la cura para el ruido. Al encontrar la pieza musical adecuada en el momento oportuno, añadimos una partitura de acompañamiento que resalta las emociones que deberíamos sentir con más fuerza, y permite que nuestras mejores reacciones sean más prominentes y seguras. Acabamos sintiendo las emociones que nos corresponden. Vivimos de acuerdo con lo que realmente sentimos.

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