Elogio de las pequeñas charlas con extraños

La importancia de la pirámide de Maslow

Una de las ideas más legendarias de la historia de la psicología se encuentra en un discreto triángulo dividido en cinco secciones al que se denomina universalmente simplemente "Pirámide de Maslow".

Imagen: Wikimedia/ (CC BY-SA 3.0)

Esta pirámide, profundamente influyente, vio la luz por primera vez en una revista académica de Estados Unidos en 1943, donde se dibujaba crudamente en blanco y negro y se rodeaba de un texto denso y rico en jerga. Desde entonces, se ha convertido en un pilar de los análisis psicológicos, las presentaciones empresariales y las conferencias en línea, y se ha vuelto cada vez más colorida y enfática en el proceso.

La pirámide fue obra de un psicólogo judío de origen ruso de treinta y cinco años llamado Abraham Maslow, que desde el inicio de su carrera profesional buscaba nada menos que el sentido de la vida. Maslow, que ya no formaba parte de la familia ortodoxa de su juventud, quería averiguar qué podía dar sentido a la vida de las personas (incluido él mismo) en la América moderna, un país en el que la búsqueda de dinero y fama parecía haber eclipsado cualquier aspiración más interior o auténtica. Consideró que la psicología era la disciplina que le permitiría responder a los anhelos y preguntas que la gente había llevado a la religión.

Maslow vio de repente que se podía decir que los seres humanos tienen esencialmente cinco tipos de necesidades diferentes: por un lado, las psicológicas o lo que se podría denominar, sin que la palabra signifique ningún misticismo, las espirituales y, por otro, las materiales. Para Maslow, todos partimos de un conjunto de necesidades fisiológicas absolutamente innegociables y básicas, de comida, agua, calor y descanso. Además, tenemos necesidades urgentes de seguridad corporal y de protección contra los ataques. Pero luego empezamos a entrar en el ámbito espiritual. Necesitamos pertenencia y amor. Necesitamos amigos y amantes, necesitamos estima y respeto. Y por último, y lo más importante, nos impulsa lo que Maslow denominó -en un término ya legendario- un impulso de autorrealización: un concepto vasto, conmovedoramente nebuloso y, sin embargo, enormemente adecuado, que implica lo que Maslow describió como "vivir de acuerdo con el propio potencial" y "llegar a ser lo que realmente somos".

Parte de la razón por la que la descripción de estas necesidades, expuestas en forma de pirámide, ha resultado tan persuasiva es su capacidad para captar, con elemental sencillez, una profunda verdad estructural sobre la existencia humana. Maslow puso el dedo, con una destreza y precisión inusuales, en un conjunto de respuestas a cuestiones muy amplias que tienden a confundirnos y dejarnos perplejos, sobre todo cuando somos jóvenes, a saber: ¿Qué buscamos realmente? ¿Qué anhelamos? ¿Y cómo ordenamos nuestras prioridades y prestamos la debida atención a las diferentes y competitivas demandas que tenemos sobre nuestra atención? Maslow nos recordaba con una concisión artística la forma de una vida ideal bien vivida, proponiendo a la vez que no podemos vivir sólo de nuestras llamadas espirituales, pero también que tampoco puede ser correcto permanecer centrados sólo en lo material. Para ser íntegros, necesitamos que se atiendan tanto los ámbitos materiales como los espirituales, la base que presta apoyo mientras la cúspide ofrece dirección y definición hacia arriba.

Maslow se oponía a los llamamientos de dos tipos de fanáticos: en primer lugar, a los tipos espirituales excesivamente endurecidos que podrían instarnos a olvidarnos por completo del dinero, la vivienda, una buena póliza de seguros y lo suficiente para pagar la comida. Pero también luchaba contra los pragmáticos extremos que podían insinuar que la vida era simplemente un proceso bruto de poner comida en la mesa e ir a la oficina. Para Maslow, ambos bandos habían malinterpretado la complejidad del animal humano. A diferencia de otras criaturas, somos realmente polifacéticos, llamados a la vez a desplegar nuestra alma según su destino interior, y a asegurarnos de poder pagar las facturas a final de mes.

En el apogeo del capitalismo estadounidense, Maslow se mostraba curiosamente ambivalente respecto a los negocios. Le asombraban los recursos materiales de las grandes empresas que le rodeaban, pero al mismo tiempo lamentaba que casi toda su actividad económica se centrara -de forma injusta y extraña- en satisfacer las necesidades de los clientes en la base de su pirámide. Las mayores empresas de Estados Unidos ayudaban a la gente a tener un techo, a alimentarla, a trasladarla y a garantizar que pudiera hablar con ella a larga distancia. Pero parecían totalmente desinteresadas en tratar de satisfacer los apetitos espirituales esenciales definidos en las laderas más altas de su pirámide. Hacia el final de su larga vida, Maslow expresó su esperanza de que las empresas pudieran aprender a obtener más beneficios no sólo de nuestras necesidades básicas, sino también -y de forma tan importante- de nuestras necesidades espirituales y psicológicas más elevadas. Eso sería un verdadero capitalismo ilustrado.

En el ámbito personal, la pirámide de Maslow sigue siendo un objeto enormemente útil al que recurrir cuando intentamos evaluar la dirección de nuestras vidas. A menudo, cuando reflexionamos sobre ella, empezamos a darnos cuenta de que realmente no hemos ordenado y equilibrado nuestras necesidades tan sabia y elegantemente como podríamos. Algunas vidas tienen una base inverosímilmente amplia: toda la energía parece dirigida a la acumulación material. Al mismo tiempo, hay vidas con el problema contrario, en las que no hemos prestado la debida atención a nuestra necesidad de cuidar de nuestros frágiles y vulnerables cuerpos.

Maslow nos señalaba la necesidad de un mayor equilibrio entre las muchas prioridades que debemos compaginar. Su señal visual, bellamente sencilla, es, sobre todo, un retrato de una vida vivida en armonía con las complejidades de nuestra naturaleza. En nuestros momentos menos frenéticos, deberíamos utilizarla para reflexionar con un nuevo enfoque sobre lo que podríamos hacer a continuación.

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