Elogio de las pequeñas charlas con extraños

Por qué aquellos que deberían amarnos pueden lastimarnos

Parte de la razón por la que es tan difícil entendernos a nosotros mismos es que la gente nos hace constantemente cosas que desafían el sentido común de cómo los seres humanos podrían comportarse plausiblemente con las personas que dicen querer. Esperamos que aquellos que pueden llevar el título de mamá o papá o marido o esposa, a menos que tengan razones muy claras para hacer lo contrario, nos muestren amabilidad. Y sin embargo, la brutal realidad (que debemos asumir por nuestra propia cordura) es que los seres humanos se ven a menudo acosados por sentimientos tan intolerables y difíciles que desarrollan el impulso de transmitirlos a los demás en una versión de pasar el paquete emocional

Por qué aquellos que deberían amarnos pueden lastimarnos
Imagen: Pexels

Dicho de otro modo, los humanos pueden acabar siendo crueles, no por dinero o territorio, sino con la esperanza de aliviar sus propios sufrimientos haciendo que alguien cercano sufra en su lugar. La crueldad es, en el fondo, un intento de hacernos sentir mejor haciendo a otro una versión de lo que nos hicieron a nosotros. 

En medio de la aparente normalidad de la vida familiar, las personas inyectan a otra persona (un cónyuge, un hijo) un veneno -una mala voluntad, un desprecio, una hostilidad- que luego niegan haber introducido en su torrente sanguíneo y que la propia víctima no puede detectar con claridad, tan empeñada está en pensar bien de quienes la rodean.

Una madre puede, por ejemplo, inyectar a su hija un veneno que "dice": "No tengas nunca éxito en tu vida; me haría sentir demasiado mal conmigo misma". O un padre inyectará a su hijo un veneno cuyo significado es: 'Quiero que fracases en tu carrera para aliviar mi sensación de decepción'. O un cónyuge inyectará a su pareja un veneno cuyo significado es: 'Voy a faltar al respeto a tu inteligencia y a tu sexualidad de forma constante, pero muy sutil, para disminuir los sentimientos de rabia e impotencia que experimenté cuando era pequeño'.

Estas inyecciones no funcionarían si se notaran, por lo que se dedica una enorme energía al encubrimiento. Es discutible hasta qué punto la persona que se inyecta entiende lo que está haciendo; está más "impulsada" a actuar que consciente de cómo o por qué lo hace.

Una gran parte del autoconocimiento significa darse cuenta de que aquellos a los que amamos y en los que hemos confiado pueden haber puesto en nuestro interior algunas ideas enormemente perjudiciales que deben ser identificadas y corregidas para ayudarnos a alcanzar la libertad y la ligereza que anhelamos y merecemos.

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