Elogio de las pequeñas charlas con extraños

Cómo fortalecer la mente en tiempos de crisis

"La madurez es la capacidad de soportar la incertidumbre".

John Finley

Para desencadenar una crisis nerviosa en alguien, puedes aplicar los siguientes pasos: Obliga a tu víctima a llevar una existencia atomizada, prohíbe que participe en las actividades que impregnan su vida de alegría, deshazte de su trabajo, destruye sus rutinas diarias y dile que no salga de los confines de su casa. Para añadir la guinda al pastel de su diabólico plan, podría decirle a su víctima que la sociedad está al borde del colapso económico. Lamentablemente, esto no es ficción, sino la realidad para muchas personas en todo el mundo, por lo que en este vídeo vamos a explorar cómo permanecer psicológicamente estable en medio de una crisis.

Imagen: Pixabay

Una crisis, ya sea a nivel de toda una sociedad o más localizada en una sola familia o una sola persona, afecta a la psique de forma similar. Cuando una crisis provoca un cambio rápido y extenso en las pautas de nuestra vida, resulta desorientadora. Pero si ese cambio va acompañado de la incertidumbre de cuándo, o incluso si, las cosas volverán a la normalidad, la desorientación puede ser tan extrema como para amenazar nuestro sentido del yo. Porque nuestra identidad se construye sobre los patrones de nuestra vida. Ya sean nuestros hábitos, nuestros roles sociales, nuestro trabajo, nuestras aficiones o nuestras relaciones interpersonales, todo ello contribuye a la creación de nuestro yo y, como explica el psicólogo Michael Mahoney:

"No es fácil mantener un sentido coherente de la identidad, la autoestima o la competencia frente a los desafíos múltiples y crónicos de los viejos patrones".

Michael Mahoney, Procesos de cambio humano

Sin un sentido coherente del yo, sin el orden que produce nuestra identidad, el mundo que nos rodea también se volverá más caótico y se sentirá menos adaptado a nuestros deseos y necesidades, o como explica Jean Piaget "Organizamos nuestros mundos organizándonos primero a nosotros mismos". Si las sacudidas a los patrones de nuestra vida son lo suficientemente graves, y si no podemos encontrar una manera de absorberlas, nos volvemos susceptibles de sufrir un colapso psicológico debido a la intensa emocionalidad que surge ante un yo que se desintegra:

"Cuando las experiencias novedosas superan con creces las capacidades del individuo para equilibrarse, es frecuente el sentimiento de agobio". Puede producirse un trastorno episódico o crónico y un "colapso"".

Michael Mahoney, Psicoterapia constructiva

Durante una crisis que afecta a toda la sociedad, la población tenderá a temer más a las amenazas que precipitaron la crisis, pero dependiendo de la naturaleza de estas amenazas, es esta amenaza a nuestro sentido del yo la que puede resultar más peligrosa. Afortunadamente, con un cierto conocimiento del proceso que lleva a un colapso podemos idear algunos pasos para fortificar nuestra psique.

Lo primero que hay que reconocer, y por muy contraintuitivo que parezca, es que una crisis nerviosa no es un descenso a un estado más desordenado, sino que es un restablecimiento del orden en un nivel inadaptado. Los extremos de una crisis psicológica tienden a dos formas: la depresión severa o la psicosis. La depresión severa elimina el estado de desorden que precipitó la crisis, sustituyéndolo por un estado ordenado de total desesperación y falta de esperanza en el que el individuo está convencido de que las cosas no mejorarán y se retira de la vida. La intensa emocionalidad, generalmente en forma de ansiedad extrema, que precede a la crisis de depresión severa es sustituida por la apatía y la muerte psicológica ante el mundo.

En el otro extremo está el brote psicótico. El proceso de un brote psicótico tiende a desarrollarse de la siguiente manera: los acontecimientos de la vida de uno, ya sea una crisis aguda o problemas más crónicos que se acumulan con el tiempo, destruyen por completo cualquier apariencia de un sentido saludable de sí mismo. Cuando esto ocurre, el individuo entra en la fase de pánico del proceso. La desintegración del yo y la desorientación que esto genera hacen aflorar emociones de tal intensidad que el individuo se vuelve incapaz de interactuar adecuadamente con su entorno. Finalmente, el pánico se vuelve tan abrumador que la psique vuelve a imponer el orden a través de lo que se denomina la etapa de la visión psicótica.

Para entender mejor este proceso podemos recurrir a Silvano Arieti, que dedicó su vida a tratar y estudiar la esquizofrenia. En su libro Interpretación de la esquizofrenia, Arieti explica que el psicotic-insight se produce cuando el individuo afectado por el pánico:

"...logra "juntar las cosas". Al idear una forma patológica de ver la realidad, es capaz de explicar sus experiencias anormales. El fenómeno se llama "insight" porque el paciente finalmente ve el significado y las relaciones en sus experiencias, pero el insight es psicótico porque se basa en procesos mentales que sólo se producen en un estado de psicosis"

Silvano Arieti, Interpretación de la esquizofrenia

O como explica Arieti más adelante:

"La transformación psicótica le permitirá experimentarse a sí mismo y al entorno de formas extrañas y únicas, a menudo no susceptibles de validación consensuada".

Silvano Arieti, Interpretación de la esquizofrenia

Por extraño que parezca, el estado de psicosis es preferible a la fase de pánico que lo precede, por lo que Arieiti define la psicosis como:

"una forma anormal de afrontar una situación [insoportable]".

Silvano Arieti, Interpretación de la esquizofrenia

Si somos más susceptibles de sufrir un colapso cuando nos asaltan las emociones intensas que acompañan a una forma de vida asediada, entonces el primer paso para evitar un colapso psicológico, es hacer caso al consejo de Henry David Thoreau y "Cuando tengas dudas, baja el ritmo". Si sentimos que nuestras emociones están alcanzando un punto álgido, o que nos hacen girar en círculos de pavor y desesperación, tenemos que interrumpir de alguna manera el proceso antes de llegar al estado de pánico agudo. La peor manera de hacerlo es intentar razonar o discutir con las emociones, mientras que la mejor manera de afrontar esta situación es utilizar algún tipo de actividad para relajarnos y volver a centrarnos. Muchas personas encuentran que la meditación consciente funciona bien para este propósito, pero ésta es sólo una de las innumerables actividades que podemos utilizar. Carl Jung, que sufrió una crisis personal tan intensa que coqueteó con la psicosis, dibujaba y pintaba mandalas para calmar su mente acelerada. Otros pueden encontrar un respiro en el levantamiento de pesas, en los paseos, en alguna forma de artesanía o pasatiempo, o en una conversación con un amigo que les tranquilice. Lo esencial es que tengamos en nuestro arsenal algunas actividades que podamos utilizar para volver a centrarnos cuando nuestras emociones nos descentren demasiado. Si nos sentimos realmente abrumados, una de las mejores tácticas es lo que Nietzsche llamaba "fatalismo ruso", que consiste en no hacer nada en absoluto, sino simplemente dejarse llevar y relajarse lo más posible:

"Ya no aceptar nada, ya no tomar nada, ya no absorber nada, dejar de reaccionar por completo. Este fatalismo... puede preservar la vida en las condiciones más peligrosas reduciendo el metabolismo, ralentizándolo, como una especie de voluntad de hibernación".

Nietzsche, Ecce Homo

O como escribió William James

"La transición de la tensión, la autorresponsabilidad y la preocupación, a la ecuanimidad, la receptividad y la paz, es el más maravilloso de todos los cambios del equilibrio interior, esos cambios del centro personal de energía, que he analizado tan a menudo; y la principal maravilla de ello es que a menudo se produce, no haciendo, sino simplemente relajándose y arrojando la carga".

William James, Las variedades de la experiencia religiosa

Pero también hay pasos que podemos dar para evitar descender a los pozos de desesperación que nos hacen susceptibles de sufrir una crisis en primer lugar, y uno de esos pasos es apagar el porno del miedo. En medio de una crisis, es extremadamente difícil separar la realidad de la ficción, por lo que permitir que nuestras mentes sean absorbidas y abrumadas por la catastrofización de los medios de comunicación no contribuirá a nuestra cordura. Además, dado el notorio mal historial de los principales medios de comunicación y los repetidos episodios en los que han sido atrapados en sus propias mentiras y manipulaciones, es una tontería depositar nuestra confianza en ellos de todos modos, pues como dice la Biblia

"Como el perro que vuelve a su vómito es el necio que repite su necedad".

Libro de los Proverbios

Después de apartar los ojos de las narrativas del miedo de los medios de comunicación, lo siguiente que debemos hacer es restablecer una apariencia de orden en nuestra vida. Porque cuando una crisis altera gravemente nuestras pautas y durante un período prolongado, nuestra identidad está en peligro cuanto más pasivos nos volvemos. En lugar de llenar nuestros días yendo de una distracción sin sentido a otra, deberíamos dedicar nuestro tiempo a actividades más gratificantes. Podemos crear cosas, aprender cosas, construir cosas, arreglar cosas, podemos centrarnos en desarrollar nuevos hábitos o deshacernos de los destructivos, sólo tenemos que llenar el vacío engendrado por la crisis con actividades que den a nuestros días algún tipo de estructura, significado y sensación de logro. Hacer esto puede ser la diferencia entre descender al estado de desorientación de un yo desintegrado y permanecer estable mientras dure la crisis.

Aunque hay una variedad interminable de actividades que pueden utilizarse para restablecer algún tipo de orden en nuestra vida, hay un proyecto que puede ser especialmente útil en este momento y este proyecto se basa en el mantra de muchos políticos que es no dejar nunca que una buena crisis se desperdicie. Porque aunque una crisis puede hacernos más propensos a un colapso psicológico, esos momentos también son propicios para lograr lo que se llama un avance psicológico. El avance es el espejo opuesto al colapso, ya que nuestro sentido del yo no pierde el contacto con la realidad como en la psicosis, ni desciende a la apatía y la desesperación totales como en la depresión, sino que el sentido del yo se reordena en torno a valores y patrones de vida que son más resistentes y funcionalmente adaptables. En épocas de gran desorden todavía se pueden encontrar resquicios de esperanza, y en el siguiente vídeo exploraremos cómo, para los pocos audaces, una época de crisis puede convertirse en una gran oportunidad:

"Lo que una oruga llama fin del mundo", escribió Richard Bach, "el maestro lo llama mariposa".

Richard Bach

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