Elogio de las pequeñas charlas con extraños

Cómo sacar a tus padres de tu cabeza

Una de las cosas más difíciles del ser humano es la facilidad con la que nos influye nuestra infancia, y más concretamente, nuestros padres.

Cómo sacar a tus padres de tu cabeza
Imagen: Pixabay

La mente humana entre el año y los diez años es enormemente receptiva, infinitamente sintonizada con su entorno. Un padre un poco frío y prohibitivo o una madre errática pueden ser todo lo que se necesita para generar un elevado grado de ansiedad u odio a sí mismo que tiñe las siguientes ocho décadas.

Sin embargo, este tipo de impronta paterna es muy difícil de detectar y, por tanto, de superar. La mayoría de nosotros se sorprendería mucho al pensar que uno o dos padres pueden estar viviendo dentro de nuestras cabezas. Nuestra forma de pensar nos parece el resultado de nuestra propia voluntad. Rara vez nos encontramos con voces o actitudes que nos parezcan activamente ajenas o de origen externo.

Sin embargo, teniendo en cuenta cuánto tiempo estuvimos expuestos a ellos y en qué etapas formativas, nuestros padres pueden haber dejado más huella en nosotros de lo que normalmente reconocemos, y pueden estar comentando constantemente nuestras vidas desde dentro como un coro de marionetas poco útiles. 

Cuando fracasamos, una voz interior puede decirnos: "Nunca debes estar por encima de tu nivel". Cuando una relación se rompe, una voz interior puede susurrar: "Nunca esperes nada de los demás". Cuando se extiende un rumor desagradable sobre nosotros, oímos: "Siempre fuiste demasiado impulsivo".

Puede ser útil hacerse una serie de preguntas sobre las opiniones de nuestros padres, tal y como la experiencia nos ha enseñado a concebirlas. 

Podríamos, sin pensarlo demasiado (y dejando así que nuestras defensas ahoguen nuestras percepciones espontáneas), terminar las siguientes frases

Mi padre me dejó la sensación de que soy un...

Mi madre me dejó la sensación de que soy un...

Mi padre ahora pensaría que soy un...

Mi madre ahora pensaría que soy...

Lo que nuestros padres internos tienen que decir a menudo no es especialmente iluminado o está en línea con lo que queremos para nosotros mismos. Sin embargo, podemos observar cómo esas ideas calan profundamente en nosotros. 

Podemos continuar el ejercicio:

Si realmente lo necesitara, mi padre...

Si realmente la necesitara, mi madre...

Estar en desacuerdo con mi madre significaría...

Estar en desacuerdo con mi padre significaría...

Si cometiera un error, mi padre...

Si cometiera un error, mi madre...

Los puntos de vista de nuestros padres rara vez sobresalen en nuestra mente; se funden con los nuestros; pierden sus etiquetas identificativas, se convierten en lados de la conciencia cotidiana, indistinguibles de lo que queremos y creemos más ampliamente. 

Sin embargo, debemos intentar invertir el proceso de absorción y recuperar cierta distancia entre nosotros y los impulsos y actitudes que pueden no tener relación con nuestras aspiraciones más saludables. 

Ya es bastante malo sufrir; es aún peor hacerlo a manos de lo que podríamos llamar, sin asociaciones sobrenaturales, un aquelarre de fantasmas poco amistosos.

Comentarios