Elogio de las pequeñas charlas con extraños

La importancia de ser soltero

Una de las condiciones más importantes de una buena relación es una perspectiva satisfactoria de la soltería. Cuanto más contentos estemos de estar solos, más capaces seremos de ejercer el grado correcto de precaución a la hora de encontrar un nuevo compañero. La base del verdadero amor es la soltería feliz.

La importancia de ser soltero
Imagen: Pexels

Sin embargo, nuestras sociedades hacen muy poco para ayudarnos a estar tranquilos o a gusto en nuestra propia compañía. La soltería se presenta como un estado involuntario, deprimente y, con suerte, siempre temporal. La idea de que alguien pueda querer o necesitar estar solo, quizá durante mucho tiempo, aterra a un mundo formado por legiones de parejas silenciosamente miserables que necesitan la confirmación de que no han elegido el camino equivocado. Para reforzar la idea de lo que se pierden los solteros, los anunciantes nunca se cansan de mostrar imágenes tentadoras de parejas felices paseando de la mano por las playas, y la mayoría de los lugares de ocio, destinos vacacionales y eventos sociales se sienten obligados a ser condescendientes, cobrar en exceso y rebajar de cualquier otra forma a quien haya tenido la desfachatez de aventurarse por su cuenta.

Desgraciadamente, ser desgraciado mientras se está soltero socava fatalmente nuestro juicio sobre con quién podríamos juntarnos. Cuando alguien está hambriento, come cualquier cosa (Dostoievski escribió un estremecedor cuento sobre un niño hambriento que se come una vela hecha de grasa de cerdo). También somos propensos, en la desesperación emocional, a correr al club nocturno más cercano para asegurar a un tonto que nos horrorizará encontrar a nuestro lado al amanecer. Con el tiempo, aprenderemos que estar en una relación insatisfactoria es claramente peor, es decir, más solitario, que estar solo. 

El reto principal de estar solo es enfrentarse al miedo de lo que significa la soltería: estar solo es soportable en relación con lo "normal" (ese concepto tan nebuloso pero tan influyente) que nos parece la condición en un momento dado. Puede ser un descanso de una vida honorablemente ocupada, o una prueba segura de que somos un ser indeseado, desdichado, repugnante y emocionalmente enfermo. 

Esto es complicado, pero en última instancia muy esperanzador, ya que sugiere que si sólo pudiéramos trabajar en lo que significa para nosotros estar solos, podríamos teóricamente soportar largos períodos de soledad.

Para construirnos un nuevo modelo mental de lo que debería significar realmente estar solo, podríamos ensayar algunos de los siguientes argumentos. A pesar de lo que pueda decirnos una voz hostil dentro de nuestra cabeza, somos nosotros los que podemos elegir estar solos o no. Nuestra soledad es deseada y no impuesta. Nadie necesita estar solo mientras no le importe con quién está. Pero sí nos importa: la compañía equivocada es mucho más solitaria para nosotros que estar solos. Está más lejos de lo que nos importa, es más irritante por su falta de sinceridad y nos recuerda más la desconexión y la incomprensión que la conversación que podemos mantener en la tranquilidad de nuestra propia mente. Estar solo no es una prueba de que hayamos sido rechazados por el mundo; es una señal de que hemos analizado bien las opciones disponibles y, con sabiduría, nos hemos rechazado a nosotros mismos.

Otra idea importante es que debemos valorar el tiempo que tardaremos en encontrar a alguien, dado lo exigentes que somos (por muy buenas razones). No buscamos a cualquiera. El candidato adecuado no será menos fácil de encontrar que un gran trabajo o una bonita casa. Puede llevar muchos meses, probablemente años. Las expectativas son importantes. Si consideramos que una década es un plazo plausible, seis meses pasarán volando. 

No hay mejor garantía de éxito en una relación que saber que podríamos -y podemos- arreglárnoslas perfectamente solos. Significa que sólo buscaremos a alguien que pueda contribuir profundamente a nuestra vida, no a alguien que pueda lavar la ropa con nosotros o hacernos compañía los domingos por la noche. Esto nos da la fuerza necesaria para salir de las uniones insatisfactorias tan pronto como deberíamos. Estar en pareja no puede ni debe significar que dependamos totalmente del otro para nuestra autoestima, nuestra autogestión diaria o la satisfacción de nuestras necesidades domésticas. Cuando tengamos en nuestro haber una experiencia significativa de prosperar por nuestra cuenta, seremos capaces de hacer frente a los inevitables puntos en los que incluso una pareja muy agradable no puede sostenernos; seremos menos exigentes; más competentes y más forenses en lo que buscamos de un amante. Resulta que nuestra disposición a quedarnos solos es lo que predice centralmente la probabilidad de que encontremos y llevemos a buen término una relación con otra persona. Sentirse a gusto con la soltería es la plataforma necesaria y segura desde la que tomar una decisión sensata sobre con quién crear una vida en común.

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